martes, 26 de mayo de 2009

La clave


Sostiene The New York Times que poseían la exclusiva del Watergate antes incluso que The Washington Post, pero que se les escurrió.

A propósito de semejante confesión, rescato un artículo de Enric González sobre las exclusivas periodísticas:

-Scoop. Enric González. El País. 21-V-2009.

Cualquiera que conozca el funcionamiento de los periódicos -digo periódicos porque son los únicos al alcance de este tipo de informaciones- sabrá que las exclusivas rara vez se cocinan con la iniciativa única de los periodistas. Existen "ayudantes", una parte interesada.

Pues bien, hasta que esos "ayudantes" den el salto digital, no habrá periodismo en internet. Den un paseo por las nuevas páginas informativas, esas no vinculadas a una cabecera en papel, que se proclaman como canalizadoras del llamado Periodismo 3.0 y busquen algo relacionado con el "periodismo sucio", como lo llama Enric. Tampoco pretendan buscarlo aquí. Hasta ese momento consuélense en la World Wide Web solamente con opinión -la de gustos e intereses, jamás la del juicio argumentalmente justificado- y sensacionalismo.

jueves, 21 de mayo de 2009

Cultura (II)

"Me llamo John Ford, hago películas del Oeste", se presentó. Ante él estaban buena parte de los directores de cine estadounidenses, reunidos en un órgano conocido como la Liga de Directores, en los años de apogeo del senador Mccarthy, que debían decidir su adhesión a la cruzada anticomunista del político y firmar un "juramento de lealtad". El promotor de la declaración era Cecil B. DeMille, tótem de la industria norteamericana. "No creo que haya nadie en esta sala que sepa mejor lo que quiere el público estadounidense que Cecil B. DeMille", dijo Ford. Inmediatamente, dirigiéndose directamente a DeMille, añadió: "Pero no me gustas, C.B. Y no me gusta lo que has estado diciendo aquí".

El autor de la frase es responsable de otras como esta: "Nunca pensé en lo que hacía en términos de arte, o esto es grande o estremecedor, o cosas por el estilo. Para mí siempre fue un trabajo, que yo disfruté enormemente, y eso es todo".

Uno recuerda estas cosas mientras lee el gran reportaje sobre la situación del cine español que publicaba el jueves El País a doble página. Recuerda a Ford y lo confronta con algunoas de las citas figuran en el reportaje: "A mí me importan los espectadores bien poco". O por ejemplo: "A mí me interesa la posteridad; que hoy vaya más o menos público al cine, o que haya crisis, como director me da igual. No voy a mover ni un ápice de mi criterio artístico en función del gusto del espectador".

La mejor comparación no se establece en todo caso a partir de las palabras. Coja el lector una película de Ford o la época clásica de Hollywood, aunque ni siquiera hace falta irse tan lejos y con cualquiera de las que concursaron este año en los Oscar bastaría, y compárela con cualquiera del cine español.

martes, 19 de mayo de 2009

Cultura

"Yo trabajo para mí mismo, no lo hago pensando en el público ni en la prensa... No tengo que explicar nada y me gustaría hacerlo, pero no puedo".

Lars Von Trier, desde el Festival de Cannes, después de, por lo visto, perpetrar una de las mayores tomaduras de pelo que se recuerdan en forma de película. Es lo que tienen los defensores de la expcepcionalidad cultural, los que recubren su mediocridad con discursos elevados. Como nuestra ministra. Se la trae al pairo el público, pero hay que financiar sus pajas mentales; para amontonar polvo en estanterías o en la mente desviada de algún moderno.

-El "mejor cineasta" del mundo. Borja Hermoso. El País.
-La insoportable transgresión. Carlos Boyero. El País.
-Loach y Trier, dos polos opuestos. Luis Martínez. El Mundo.
-Von Trier monta el "Anticristo". Oti Rodríguez Marchante. ABC.

Hace poco más de una semana, Luis Ventoso, en La Voz de Galicia, con su habitual ironía, retrataba a esta estirpe de farsantes: Lo innombrable.

domingo, 10 de mayo de 2009

La tetera de Rusell

"Sólo un fanático o un imbécil puede ignorar lo bonito que es el juego del Barcelona, aunque anoche sólo disparara una vez a puerta. Que llegue a la final de la Champions supone la intervención de la justicia poética".

"Mi interés en que el Barça gane la Champions es doble, es estético y económico. He apostado una pasta por él. Pero me encantaría que tirara a puerta un mínimo de cinco veces. Si eso no ocurre, va a empezar a palidecer la belleza".

Dos reflexiones de Carlos Boyero sobre el partido del Barcelona contra el Chelsea, de las pocas que he podido encontrar en la que se deslizan matices a la "victoria" azulgrana. Yo no soy un fanático, ni mucho menos un imbécil, pero la justicia poética hubiera sido que el Barcelona hubiera quedado eliminado y que todo el mundo lo recordara como el verdadero campeón por lo hecho hasta entonces. Lo del otro día fue un ejercicio de hipocresía e interés múltiple.

A lo que el narrador del partido llamaba "decisiones valientes" del árbitro y "mezquindad" en el juego del Chelsea, el lenguaje exento de eufemismos le califica como "errores" y "competitividad". Apostó el equipo londinense por un juego menos vistoso que el del Barça, pero los borró del campo. Decían los afectados narradores que el conjunto catalán lo intentaba continuamente, pero los toques se sucedían en el medio del campo sin encontrar a nadie más allá; sólo les guardo un poquito de rencor, entiendo que la millonada que perderían en caso de que el Barça no jugara la final sería tremebunda, y tampoco podrían justificar dos semanas previas de programación especial.

Al igual que en la analogía de la Tetera de Rusell, los que nos salimos de la corriente somos tomados por "imbéciles o fanáticos", no tenemos a nuestro alcance vehículos oficiales. Por eso, dejo esto aquí para que dentro de mil años permanezca como palabra divina, guardándome las espaldas diciendo que es totalmente imposible demostrar la certeza absoluta de este escrito; al contrario que los apóstoles del buen gusto.