Finalizados los Juegos Olímpicos, este es un escrito que me gustaría, modestamente, leyeran los encargados de montar semejante convención deportiva. Visto lo que se reúne en una cita como ésta y comprobado cómo se permite que una colección de freaks compartan un acontecimiento así con verdaderos monstruos del deporte, ahí va mi aportación.
Reunidos por una parte unos cuantos fulanos y el que suscribe, acompañados de una pléyade de amigas rubias y espumosas, decidimos que el deporte total, aquel que puede compararse en igualdad de condiciones con la gran cantidad de mamarrachachas que un día tras otro coparon los juegos, es el siguiente:
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