domingo, 22 de junio de 2008

La culpa fue de Arshavin

Rafael Tapounet escribió en una ocasión un artículo en El Periódico de Catalunya titulado 'La culpa fue de Altobelli' (no lo he encontrado en la hemeroteca y no tengo demasiadas ganas de escanearlo). En él sostenía que el mayor recuerdo del Mundial 82 que ganó Italia reside en las miles de muchachas españolas que sucumbieron a los encantos de los italianos desplazados a nuestro país para celebrar la victoria de su selección, culminada en la final frente a Alemania con el gol de Altobelli (el tercero, en el minuto 81).

Si obviamos este detalle, el mayor recuerdo futbolístico de aquel Mundial corresponde a la selección de Brasil, la verdadera ganadora en la medida que se ganó el recuerdo de los aficionados por su juego brillante y fantasioso. De Italia poco se puede rememorar aparte del anciano presidente de la República en pleno éxtasis o la celebración del gol de Tardelli; el resto queda para los libros de Historia, pese a que Zoff levantara el trofeo.

Pues bien, en esta Eurocopa, es seguro que muchas jovencitas austríacas y suizas recuerden alguna noche de desenfreno con algún extranjero de paso, pero, en previsión de que las infames Italia o Alemania ganen el torneo (sí, Italia; no tengo demasiadas esperanzas a estas horas de la mañana), es más que probable que el recuerdo más bello y nítido de la competición recaiga en un ruso con pinta constante de niño ruborizado, con unos perpetuos coloretes en las mejillas.

Qué manera de jugar al fútbol la de este tipo ayer por la noche y qué pana le dio Rusia a la selección holandesa. Fue el partido del torneo y, probablemente, si vemos levantar la copa a algún italiano o alemán, sea el único recuerdo que nos quede de este comienzo de verano del 2008.

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