lunes, 26 de noviembre de 2007

Víctima de sí mismo

Una información de 'El País' recoge hoy unas declaraciones de Frank Rijkaard sobre Ronaldinho: "El problema de Ronaldinho es la nostalgia (...) lo que hizo Ronaldinho en el pasado porque su juego dio ilusión y resultó fundamental para el nuevo Barça".

Ronaldinho no es tanto víctima de su pasado como víctima de sí mismo, de una trampa, de una traición a su persona, sus cualidades y las bases del fútbol.

La grandeza de este deporte, lo que lo convierte en el que despierta más pasiones y afiliaciones, es que lo más importante siempre acaba siendo el talento; al final, prevalece sobre todo lo demás: el físico, la mentalidad, la garra... Ninguna otra disciplina deportiva puede comparársele en este sentido; quizá tan sólo el ajedrez, pero ése es otro debate.

Llegado a Europa Ronaldinho empezó a abotargarse físicamente, conviertiéndose en una especie de híbrido entre un bailarín y un boxeador. Reunía la magia de los más grandes con el poderío característico de los esbirros que los entrenadores suelen situar en la cancha para destruir la imaginación. "A mí, con este cuerpo, Gentile no me cosería a patadas como hizo con Maradona en el 82", seguro que pensaría Ronaldinho. Pero el músculo ha secuestrado a la habilidad, traicionando un principio básico de este deporte. El 'gaucho' no deja de ser una víctima de una forma de entender el fútbol que se está extendiendo como un virus y que puede contagiar a los valores más preciados de la disciplina.

Por el bien de todos, ojalá que se olvide del gimnasio, que se lo deje a los que no pueden aspirar a nada más y que se dedique a crear ilusiones. Después, que salga lo que le dé la gana, pero que nos haga disfrutar y contribuya a perpetuar la grandeza del fútbol.

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